PROTESTA DE OBREROS DEL INGENIO SAN ANTONIO

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Mónica López Baltodano
 20 de enero, 2014
La Candelaria

Para llegar al barrio La Candelaria, fue necesario bordearlo por los barrios vecinos, debido al acordonamiento policial presente en las calles de Chichigalpa. El ambiente era tenso desde que un grupo de manifestantes (ex trabajadores del Ingenio San Antonio del Grupo Pellas), fue obligado por la policía a replegarse hacía sus calles. El resultado: un muerto confirmado,  múltiples heridos y varios presos.

En La Candelaria los ex trabajadores afectados por Insuficiencia Renal Crónica (IRC) continuaban con su protesta. Los relatos sobre los hechos de la noche anterior no se hicieron esperar. Todos coincidentes en confirmar la fuerza desmedida aplicada por las autoridades policiales. Una bomba de gas lacrimógeno sin estallar, se mezclaba en las manos de uno de los protestantes, con casi una docena de casquillos de bala recolectados por los pobladores.http://www.youtube.com/watch?v=KlM9RAcYl8E&feature=youtu.be

En el suelo aún se conservaban las manchas de sangre, que algunos manifestantes señalaban como pruebas contundentes de la agresión. “Aquí mataron al compañero”, “aquí calló herido el niño”, “a la mujer embarazada la golpearon por allá”, se escuchaba decir un día después de los hechos.

Es imposible no conmoverse ante las historias allí relatadas. Hombres jóvenes y viejos, condenados a morir por las malas prácticas llevadas a cabo por el Ingenio. Como si al hombre pobre de Chichigalpa no le quedara otra alternativa que decidir entre morirse de hambre o de IRC. Sumando a este hecho, el abandono que afirman experimentar de parte de las autoridades.

Ellos, por reclamar una indemnización por parte de la empresa de la millonaria familia Pellas, además de una mejor atención médica (aunque sea para prolongar sus vidas un par de años más), han mantenido por varios días una protesta en las inmediaciones del Ingenio. Según los manifestantes, luego de acordar entre las partes una tregua y el inicio de un diálogo, fueron burlados (nuevamente) por los representantes del Ingenio que se ausentaron de las negociaciones, provocando otra vez el inicio de las protestas, solo que ésta vez, se ha sumado la represión policial.

La Vela

Al llegar a la casa de la viuda de Juan de Dios Cortés (muerto en la protesta a consecuencia de una bala en el abdomen), da la impresión que una parte de la población ya se ha acostumbrado a las velas. Pues según los afectados por el IRC, cada día muere uno de sus compañeros a consecuencia de las complicaciones de la enfermedad.

La casa donde se realiza la vela es pequeña, pero los vecinos se han desbordado por toda la cuadra demostrando su solidaridad. Su viuda abre la camisa del difunto y muestra el orificio de entrada de la bala, en un gesto que puede interpretarse como una prueba para demostrar que a su marido lo mató la policía y no el IRC.

Juan de Dios murió a los 47 años, luego de haber empezado a laborar en la zafra cañera a los 14 años. En el ambiente se especula sobre el estado de los demás heridos y presos. Uno de sus hijos se muestra molesto, por lo que él ha considerado un abuso de poder. Mientras tanto, su hija de 23 años que ha dado a luz hace unas cuantas semanas, no puede evitar reflejar el dolor en su rostro.

Ya se ha hecho de noche y es posible ver el humo de los morteros recortados en el cielo. Los pobladores dicen que resistirán mientras sea necesario. El sonido que retumba a lo lejos, da la impresión de una batalla campal.

De vuelta a La Candelaria

Los vecinos estaban en las calles a lo largo de varias cuadras, observando cómo un grupo mayor de manifestantes protestaban en la entrada del barrio La Candelaria. Frente a ellos, un fuerte cordón policial resguardaba la entrada principal del Ingenio. En medio, un grupo de jóvenes del barrio que se habían sumado a la protesta con morteros y piedras.

Minutos atrás, un joven al que sus compañeros reconocen con el nombre de “Balín”, había sido herido con una bala de goma. El ambiente era diferente al de horas atrás. Una improvisada barricada de piedras se había levantado entre los protestantes y la policía. Un árbol aparecía derribado en medio de la calle y algunos pobladores lanzaban piedras enfurecidos contra los rótulos metálicos cercanos al Ingenio.

De pronto, el caos se apoderó del lugar. Los policías habían encendido las luces y acelerado los motores de sus vehículos. Algunos disparos (posiblemente al aire o no) se escucharon mientras los pobladores corrían en estampida hacía el lado contrario. Una densa cortina de polvo cubría la atmósfera.

Al salir del barrio La Candelaria, los cordones de policías continuaban en la calles de la ciudad.

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