El nuevo sueño Centroamericano
La Esteliana/lastenia.accioninformativa@yahoo.es
Según
un funcionario consular de la Embajada de Costa Rica en Nicaragua, cada día se
autoriza a un promedio de 450 personas para ingresar a ese país. De estos, la
tercera parte tienen el doble visado que les permite llegar a Panamá.
Uno
de los requisitos que se exige en el control migratorio de Paso Canoas es que
quienes cruzan deben demostrar que ingresan con al menos 500 dólares, como una
prueba de solvencia, y la muestra del boleto de regreso aéreo o terrestre.. El
préstamo de este dinero, es parte de lo que está incluido según el ‘combo’ que
se escoja.
El
Nicaragüense Pedro López, agricultor de San Dionicio, Matagalpa, que ahora trabaja
en Zona Libre de Colon, Panamá, comenta
la tragedia que vivió con otros pasajeros al viajar con Excursiones Centeno: “las excursiones roban. A mí me mintieron, ellos dijeron que eran
originales los boletos de avión que nos dieron para mostrar como prueba del
retorno y era mentira. Al llegar a Paso Canoas
no nos dejaron pasar,
estuvimos todo el día ahí y no nos
dieron el permiso”. Para entrar tuvo que recurrir a otra excursión, “eso fue un gasto doble, a mí me salió caro ese viaje, además del
maltrato gaste doble”, dice Pedro. Por el préstamo de los quinientos
dólares le quitaron 150 dólares (el 30 por ciento). “Nos pasa la del ratón que por hambre se mete a la trampa. Uno por
necesidad cae en esa trampa, el miedo de ser estafado existe, pero la necesidad
puede más” dice.
Ciudad de Esteli, Nicaragua, 10 de noviembre 2013. Cientos
de nicaragüenses se camuflan en las llamadas excursiones de comerciantes para
entrar a Panamá y quedarse de ilegales. Tras la esperanza de una mejor vida en
el istmo muchos son llevados con engaños y abandonados a su suerte caen presa
de las redes de tratas de personas.
Paso
Canoas es una vibrante ciudad comercial que tiene la mitad de su territorio en
Costa Rica y la otra mitad en Panamá. Sus cerca de 8.000 habitantes, muchos de
ellos de origen chino y árabe, ya están acostumbrados a una población flotante
de unas 1.000 personas que cada día cruzan la frontera en los dos sentidos
aprovechando que la población está atravesada por la Carretera Panamericana.
Por eso se le conoce como la puerta de entrada a Centroamérica.
Muchos
de los que pasan a diario, lo hacen en buses conocidos como las “excursiones” .
Se trata de caravanas de transportistas con comerciantes y supuestos turistas que
vienen desde Managua, Nicaragua, en un recorrido de 1.156 kilómetros, que en el
mejor de los casos puede significar un trayecto de 30 horas de camino. Se
supone que es gente que viaja al istmo para comprar mercaderías y revenderlas a
su retorno. Pero cada vez más es evidente que la mayoría de estas excursiones oculta
un negocio de trata de personas que tras la promesa de una vida de bienestar algunas
veces lleva a las personas con engaños a una vida de abandono, y en otro a las
puertas de la explotación laboral, prostitución forzada o a ser mano de obra
fácil de narcos Panameños y Colombianos.
A pesar de la advertencia en un cartel en el
control migratorio Paso Canoas, de que
en Panamá es ilegal que un empleador o
empleadora retenga sus documentos, muchos migrantes se han visto obligados a
trabajar por retención de sus documentos.
María
Concepción es una pinolera (como se le dice popularmente a los nicaragüenses),
que con algo más de cuarenta años, dedica sus ratos libres a rescatar a sus
compatriotas. Su voz se entrecorta y tiembla cuando narra las “atrocidades” que ha visto se comenten
contra sus coterráneos. Tiene en mente el último de sus rescates: “a una jovencita le prometieron trabajo y la
dejaron abandonada en el Hotel Ideal, yo la encontré y ahora vive conmigo”.
En
otra experiencia, de explotación laboral de una mujer, recuerda: “tenía más de seis meses de trabajar sin
paga y cuando le reclamó a sus jefes, la amenazaron con deportarla y la
acusaron de robo”; La trajeron engañada
con el cuento de que ganaría mil dólares como empleada de casa y lo que le iba
a pasar era que la iban a prostituir, mi hija la rescató de su explotador en el
mismo bus”, manifiesta con enojo en sus palabras al recordar otro de los
casos.
Para
los nicaragüenses la idea de migrar es una realidad presionada por los bajos
salarios, el subempleo y el cuarenta por ciento de desempleo en el que viven.
Las dificultades de ingreso a Estados Unidos y Europa les ha hecho poner en la
mira a sus vecinos. Por muchos años el destino natural fue Costa Rica, pero el boom económico de Panamá, uno de los
pocos países de Latinoamérica con un crecimiento sostenido de dos dígitos (PIB
de 10.7%), se ha convertido en una especie de ‘nuevo sueño americano’ para los hijos de la tierra de Sandino que la
oferta de empleo y el pago en dólares les ayudara a resolver las necesidades
vividas en su país.
Este
equipo periodístico realizó la ruta de los migrantes, para documentar lo que
tienen que vivir en esta travesía.
En
Nicaragua hay un comercio abierto de servicios que ofrecen el trámite para
lograr sin restricción alguna pasaportes, visas, salvoconductos, boletos y
cualquier documento que se requiera para salir del país.
Inmigrantes esperando sellar sus pasaportes en consulado Tico |
Las
visas, el boleto de ida y regreso, y el apoyo en cualquier trámite que se
requiera se consiguen en ‘combo’ en Nicaragua. Por 285, 350, 400, 430, 600 y
hasta 800 dólares, según la agencia a donde se acerque. La diferencia de precio
no sólo es por la comodidad del viaje sino por la garantía de ingreso sin
problemas al destino y la promesa de un trabajo seguro.
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Boleto de regreso |
Las
condiciones de algunos de estos buses son infames y no pareciera haber mayor
control técnico de los automotores que deben enfrentar un recorrido que puede
tardar dos días y medio. “Casi me mato
pues el bus venia sin frenos, sin aire acondicionado y el
conductor se durmió” recuerda uno de los migrantes sobre la excursión que
eligió. Él también recuerda como incluso hay dificultades en las cosas básicas
pues imponen restricciones para el uso de los servicios sanitarios.
Se
conoce que una empresa cerró luego que sus dueños fueron detenidos en Panamá
acusados de tráfico ilegal de personas, y otras las han suspendido por proveer documentos
falsos.
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Pedro Lopez junto a Carolina Ortez Nicaraguenses en Panama |

Las
estadísticas confirman el problema fronterizo. En los primeros cuatro meses del
año, al meno la mitad de las situaciones irregulares en la frontera fueron con
nicaragüenses, según cifras del Servicio Nacional de Migración (SNM) de Panamá.
Otro informe de la institución detalla que en el primer semestre de 2013 en el
puesto de control de Guabalá en la provincia de Chiriquí, al occidente de
Panamá (otra zona fronteriza con Costa Rica), se retuvieron a 287 extranjeros
que se encontraban de manera irregular en el territorio, de los cuales la
mayoría, 154 eran nicaragüenses. Para Gabriel Montero, jefe provincial de
Migración se estaría constituyendo el “presunto delito de tráfico de personas”,
como lo informó en un comunicado.
Los
controles son insuficientes por la corrupción en la frontera y la facilidad con
que los transportistas hacen trampas para burlar la ley. Por ejemplo, los buses
deben regresar siempre con igual número de personas con las que ingresan a
Panamá. Si no lo hacen son multados con mil dólares por persona que les falte.
Allí es donde los comerciantes reales que regresan con mercadería juegan un
papel fundamental para completar la cuota de retorno. Por eso, es normal que obliguen
a las personas que vienen víctimas del engaño y la trata, a bajarse de los
buses del lado Tico, para que estos puedan pasar a Panamá con menos pasajeros. Los
que se quedan en el bus al llegar a la frontera, son llevados por oficiales de
aduana a un cuarto donde las autoridades de aduana con una lista en la mano,
llaman uno a uno a los migrantes. Allí un funcionario grita intimidante: “¡Si una persona falta, este bus tiene
problemas!”.
Los
que bajan del autobús en territorio Tico tiene que caminar y hacer trámites por
cerca de una hora, para luego transbordar del otro lado de la frontera. “No estés nervioso en la ventanilla de migración,
debes decir que vas de paseo a Panamá por quince días y nunca menciones que
vienes por trabajo o a buscarlo”, es la recomendación para un recorrido
exitoso, según contó un nicaragüense.
En
toda la trama también ayudan funcionarios que aparentan no percatarse de la
situación a cambio de dinero. Pero autoridades y pinoleros saben la mecánica. Es
un secreto a voces.
Ya
del lado panameño, un coyote nicaragüense les dirige en el largo camino para
llegar al distrito de Barú en Chiriquí, donde el vehículo que tomaron en
Managua los recoge sin haberlos declarado, y con sus pasaportes legalmente
sellados para llevarlos a alguno de los dos deteriorados hoteles en la Plaza 5
de Mayo que es el fin de la travesía. Allí comienza la nueva odisea pues
usualmente a todos los dejan en una sola habitación. Otros son llevados a
departamentos rentados por Nicaraguenses previamente contactados por el
propietario de la excursión.
Según
informaciones de autoridades bajo el anonimato, se presume que por cada persona
que ingresan al país el excursionista se gana entre 50 a 60 dólares, algunos
logran contactos para un trabajo, otros quedan abandonados a su suerte en los
hoteles donde se les deja, siendo presa fácil de los tratantes con fines
sexuales y de explotación laboral. Adicionalmente, de acuerdo a varios
testimonios en el recorrido, las ganancias de los excursionistas se incrementa
por el préstamo de los dólares para acreditar solvencia y el pasaje. En total
por persona puede superar el monto de los 400 dólares por cada uno de los
“excursionistas”.
Oficialmente
no hay registros de investigaciones por estos delitos en la Fiscalía de Panamá.
Aún así las autoridades confirmaron el nombre de una decena de excursiones que
están bajo vigilancia por el presunto delito de tráfico de migrantes. Los
nombres se reservan para evitar afectar las investigaciones.
Los
migrantes llegan al istmo con el sueño de poder trabajar de manera decente,
ahorrar y enviar el dinero para mantener sus familias. Pero algunos simplemente
desaparecen tras cruzar la frontera. No hay información cierta sobre la
población de nicaragüenses en Panamá. Las autoridades de migración calculan en
20.000 la población actual. Sin embargo, a finales de julio de 2013 en los
registros oficiales sólo se registraban cerca de diez mil. En otro reporte se
menciona que sólo en 2012, seis mil nicaragüenses ingresaron de forma legal. Pero
conocedores e involucrados en la materia aseguran que existe un gran sub registro
pues estiman que al menos son 100 mil los nicaragüenses entre legales e
ilegales. .
Mientras
no haya una solución con controles efectivos que evite las irregularidades que
se cometen en la frontera, lo que los habitantes de Paso Canoas empezaran a ver
con más frecuencia, es la solidaria peregrinación de héroes anónimos como
Concepción que dedican sus ratos libres a recoger a sus compatriotas, para
evitar que su nuevo sueño centroamericano se convierta en una verdadera
pesadilla.
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ResponderEliminarel pago comienza cinco meses después de recibir su crédito
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