El nuevo sueño Centroamericano

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Ciudad de Esteli, Nicaragua, 10 de noviembre 2013.   Cientos de nicaragüenses se camuflan en las llamadas excursiones de comerciantes para entrar a Panamá y quedarse de ilegales. Tras la esperanza de una mejor vida en el istmo muchos son llevados con engaños y abandonados a su suerte caen presa de las redes de tratas de personas.
Nicaraguenses haciendo fila en el consulado Tico en Rivas

Paso Canoas es una vibrante ciudad comercial que tiene la mitad de su territorio en Costa Rica y la otra mitad en Panamá. Sus cerca de 8.000 habitantes, muchos de ellos de origen chino y árabe, ya están acostumbrados a una población flotante de unas 1.000 personas que cada día cruzan la frontera en los dos sentidos aprovechando que la población está atravesada por la Carretera Panamericana. Por eso se le conoce como la puerta de entrada a Centroamérica.
Muchos de los que pasan a diario, lo hacen en buses conocidos como las “excursiones” . Se trata de caravanas de transportistas con comerciantes y supuestos turistas que vienen desde Managua, Nicaragua, en un recorrido de 1.156 kilómetros, que en el mejor de los casos puede significar un trayecto de 30 horas de camino. Se supone que es gente que viaja al istmo para comprar mercaderías y revenderlas a su retorno. Pero cada vez más es evidente que la mayoría de estas excursiones oculta un negocio de trata de personas que tras la promesa de una vida de bienestar algunas veces lleva a las personas con engaños a una vida de abandono, y en otro a las puertas de la explotación laboral, prostitución forzada o a ser mano de obra fácil de narcos Panameños y Colombianos. 
 A pesar de la advertencia en un cartel en el control migratorio  Paso Canoas, de que en  Panamá es ilegal que un empleador o empleadora retenga sus documentos, muchos migrantes se han visto obligados a trabajar por retención de sus documentos. 
María Concepción es una pinolera (como se le dice popularmente a los nicaragüenses), que con algo más de cuarenta años, dedica sus ratos libres a rescatar a sus compatriotas. Su voz se entrecorta y tiembla cuando narra las “atrocidades” que ha visto se comenten contra sus coterráneos. Tiene en mente el último de sus rescates: “a una jovencita le prometieron trabajo y la dejaron abandonada en el Hotel Ideal, yo la encontré y ahora vive conmigo
En otra experiencia, de explotación laboral de una mujer, recuerda: “tenía más de seis meses de trabajar sin paga y cuando le reclamó a sus jefes, la amenazaron con deportarla y la acusaron de robo”;  La trajeron engañada con el cuento de que ganaría mil dólares como empleada de casa y lo que le iba a pasar era que la iban a prostituir, mi hija la rescató de su explotador en el mismo bus”, manifiesta con enojo en sus palabras al recordar otro de los casos.
Para los nicaragüenses la idea de migrar es una realidad presionada por los bajos salarios, el subempleo y el cuarenta por ciento de desempleo en el que viven. Las dificultades de ingreso a Estados Unidos y Europa les ha hecho poner en la mira a sus vecinos. Por muchos años el destino natural fue Costa Rica, pero el boom económico de Panamá, uno de los pocos países de Latinoamérica con un crecimiento sostenido de dos dígitos (PIB de 10.7%), se ha convertido en una especie de ‘nuevo sueño americano’ para los hijos de la tierra de Sandino que la oferta de empleo y el pago en dólares les ayudara a resolver las  necesidades  vividas en su país. 
Este equipo periodístico realizó la ruta de los migrantes, para documentar lo que tienen que vivir en esta travesía.
En Nicaragua hay un comercio abierto de servicios que ofrecen el trámite para lograr sin restricción alguna pasaportes, visas, salvoconductos, boletos y cualquier documento que se requiera para salir del país. 
Inmigrantes esperando sellar sus pasaportes en consulado Tico
Según un funcionario consular de la Embajada de Costa Rica en Nicaragua, cada día se autoriza a un promedio de 450 personas para ingresar a ese país. De estos, la tercera parte tienen el doble visado que les permite llegar a Panamá.  
Las visas, el boleto de ida y regreso, y el apoyo en cualquier trámite que se requiera se consiguen en ‘combo’ en Nicaragua. Por 285, 350, 400, 430, 600 y hasta 800 dólares, según la agencia a donde se acerque. La diferencia de precio no sólo es por la comodidad del viaje sino por la garantía de ingreso sin problemas al destino y la promesa de un trabajo seguro.
Boleto de regreso
Uno de los requisitos que se exige en el control migratorio de Paso Canoas es que quienes cruzan deben demostrar que ingresan con al menos 500 dólares, como una prueba de solvencia, y la muestra del boleto de regreso aéreo o terrestre.. El préstamo de este dinero, es parte de lo que está incluido según el ‘combo’ que se escoja.
Las condiciones de algunos de estos buses son infames y no pareciera haber mayor control técnico de los automotores que deben enfrentar un recorrido que puede tardar dos días y medio. “Casi me mato pues el  bus venia  sin frenos, sin aire acondicionado y el conductor se durmió” recuerda uno de los migrantes sobre la excursión que eligió. Él también recuerda como incluso hay dificultades en las cosas básicas pues imponen restricciones para el uso de los servicios sanitarios.
Se conoce que una empresa cerró luego que sus dueños fueron detenidos en Panamá acusados de tráfico ilegal de personas, y otras las han suspendido por proveer documentos falsos.
Pedro Lopez junto a Carolina Ortez Nicaraguenses en Panama
El Nicaragüense Pedro López, agricultor de San Dionicio, Matagalpa, que ahora trabaja en Zona Libre de Colon, Panamá,  comenta la tragedia que vivió con otros pasajeros al viajar con Excursiones Centeno: “las excursiones roban. A mí  me mintieron, ellos dijeron que eran originales los boletos de avión que nos dieron para mostrar como prueba del retorno y era mentira. Al llegar a Paso Canoas  no  nos dejaron pasar, estuvimos  todo el día ahí y no nos dieron el permiso”. Para entrar tuvo que recurrir a otra excursión, “eso fue un gasto doble,  a mí me salió caro ese viaje, además del maltrato gaste doble”, dice Pedro. Por el préstamo de los quinientos dólares le quitaron 150 dólares (el 30 por ciento). “Nos pasa la del ratón que por hambre se mete a la trampa. Uno por necesidad cae en esa trampa, el miedo de ser estafado existe, pero la necesidad puede más” dice.
Las estadísticas confirman el problema fronterizo. En los primeros cuatro meses del año, al meno la mitad de las situaciones irregulares en la frontera fueron con nicaragüenses, según cifras del Servicio Nacional de Migración (SNM) de Panamá. Otro informe de la institución detalla que en el primer semestre de 2013 en el puesto de control de Guabalá en la provincia de Chiriquí, al occidente de Panamá (otra zona fronteriza con Costa Rica), se retuvieron a 287 extranjeros que se encontraban de manera irregular en el territorio, de los cuales la mayoría, 154 eran nicaragüenses. Para Gabriel Montero, jefe provincial de Migración  se estaría constituyendo el “presunto delito de tráfico de personas”, como lo informó en un comunicado.
Los controles son insuficientes por la corrupción en la frontera y la facilidad con que los transportistas hacen trampas para burlar la ley. Por ejemplo, los buses deben regresar siempre con igual número de personas con las que ingresan a Panamá. Si no lo hacen son multados con mil dólares por persona que les falte. Allí es donde los comerciantes reales que regresan con mercadería juegan un papel fundamental para completar la cuota de retorno. Por eso, es normal que obliguen a las personas que vienen víctimas del engaño y la trata, a bajarse de los buses del lado Tico, para que estos puedan pasar a Panamá con menos pasajeros. Los que se quedan en el bus al llegar a la frontera, son llevados por oficiales de aduana a un cuarto donde las autoridades de aduana con una lista en la mano, llaman uno a uno a los migrantes. Allí un funcionario grita intimidante: “¡Si una persona falta, este bus tiene problemas!”. 
Los que bajan del autobús en territorio Tico tiene que caminar y hacer trámites por cerca de una hora, para luego transbordar del otro lado de la frontera. “No estés nervioso en la ventanilla de migración, debes decir que vas de paseo a Panamá por quince días y nunca menciones que vienes por trabajo o a buscarlo”, es la recomendación para un recorrido exitoso, según contó un nicaragüense.
En toda la trama también ayudan funcionarios que aparentan no percatarse de la situación a cambio de dinero. Pero autoridades y pinoleros saben la mecánica. Es un secreto a voces.
Ya del lado panameño, un coyote nicaragüense les dirige en el largo camino para llegar al distrito de Barú en Chiriquí, donde el vehículo que tomaron en Managua los recoge sin haberlos declarado, y con sus pasaportes legalmente sellados para llevarlos a alguno de los dos deteriorados hoteles en la Plaza 5 de Mayo que es el fin de la travesía. Allí comienza la nueva odisea pues usualmente a todos los dejan en una sola habitación. Otros son llevados a departamentos rentados por Nicaraguenses previamente contactados por el propietario de la excursión.

Según informaciones de autoridades bajo el anonimato, se presume que por cada persona que ingresan al país el excursionista se gana entre 50 a 60 dólares, algunos logran contactos para un trabajo, otros quedan abandonados a su suerte en los hoteles donde se les deja, siendo presa fácil de los tratantes con fines sexuales y de explotación laboral. Adicionalmente, de acuerdo a varios testimonios en el recorrido, las ganancias de los excursionistas se incrementa por el préstamo de los dólares para acreditar solvencia y el pasaje. En total por persona puede superar el monto de los 400 dólares por cada uno de los “excursionistas”.
Oficialmente no hay registros de investigaciones por estos delitos en la Fiscalía de Panamá. Aún así las autoridades confirmaron el nombre de una decena de excursiones que están bajo vigilancia por el presunto delito de tráfico de migrantes. Los nombres se reservan para evitar afectar las investigaciones.
Los migrantes llegan al istmo con el sueño de poder trabajar de manera decente, ahorrar y enviar el dinero para mantener sus familias. Pero algunos simplemente desaparecen tras cruzar la frontera. No hay información cierta sobre la población de nicaragüenses en Panamá. Las autoridades de migración calculan en 20.000 la población actual. Sin embargo, a finales de julio de 2013 en los registros oficiales sólo se registraban cerca de diez mil. En otro reporte se menciona que sólo en 2012, seis mil nicaragüenses ingresaron de forma legal. Pero conocedores e involucrados en la materia aseguran que existe un gran sub registro pues estiman que al menos son 100 mil los nicaragüenses entre legales e ilegales. .
Mientras no haya una solución con controles efectivos que evite las irregularidades que se cometen en la frontera, lo que los habitantes de Paso Canoas empezaran a ver con más frecuencia, es la solidaria peregrinación de héroes anónimos como Concepción que dedican sus ratos libres a recoger a sus compatriotas, para evitar que su nuevo sueño centroamericano se convierta en una verdadera pesadilla.


Comentarios

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