Enfermedades presidenciales en la historia de América latina

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Infolatan
(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. Venezuela afronta con incertidumbre todo lo que se relaciona con la enfermedad y posible desaparición física o política de Hugo Chávez. Lo curioso es que no es la primera vez que este país sudamericano vive una situación así. Hace 100 años (en 1908 y en 1921) dos presidentes venezolanos cayeron enfermos y pusieron en vilo al país.

La enfermedad de un Jefe de Estado siempre provoca coyunturas políticas delicadas. En Estados con fuertes instituciones la desaparición de un Presidente no tiene que provocar crisis profundas, pero en estados autoritarios o personalistas la muerte del líder desencadena graves fracturas y tensiones.

La Venezuela de Hugo Chávez es un Estado personalista y ligado estrechamente a un caudillo carismático por lo que el futuro del líder arrastrará inexorablemente al régimen chavista y al propio país.

Como apunta Moisés Naím en el diario La Tercera “una de las cosas más importantes es que las jefaturas políticas del chavismo fueron educadas por Chávez, se formaron políticamente junto a él. Y el mensaje central de cómo opera Chávez es que el poder no se comparte. Si ellos han aprendido algo de Chávez es que el poder no es para compartir, el poder es para ejercerlo unilateral y totalmente concentrado en una persona. Chávez no compartió el poder con ninguno de sus aliados, con ninguno de colaboradores y hombres de confianza”.
Cipriano Castro (iz) y Juan Vicente Gómez, presidentes venezolano que sufrieron enfermedades

Esto no es nuevo y Venezuela históricamente ya lo ha vivido: Cipriano Castro fue en 1899 el fundador de un nuevo régimen en el país caracterizado por su fuerte nacionalismo que le llevó a enfrentarse con la élite del momento y con las potencias de la época (Alemania e Inglaterra) que llegaron a bloquear el puerto de Maracaibo.

Tras superar todos estos obstáculos cayó enfermo en 1906 y decidió tomar reposo: “os pido toméis en consideración mis esfuerzos y sacrificios por la causa de la Patria y comprendáis que quien así ha laborado tiene derecho aunque sea a un ligero descanso el cual no puede verificarse sino en el seno del retiro”.
Su enfermedad le sirvió para regresar meses después al poder aparentemente recuperado y “aclamado” por las masas.

Cuando la enfermedad reapareció en 1908 se hizo necesario un largo viaje para ser tratado y operado en el Viejo Continente. Su ausencia fue aprovechada por su mano derecha y vicepresidente, el general Juan Vicente Gómez para dar un golpe de Estado ese mismo año e iniciar una larga dictadura que se prolongaría hasta 1935.

Curiosamente, Gómez padeció en 1921 un problema similar urológico que le puso en trance de morir. Su gravedad era tal que empezó una cruel lucha por el poder en el mismo seno del régimen, previendo que los días del caudillo estaban contados.

Sin embargo, Gómez, quien directa o indirectamente controló Venezuela durante 27 años, se recuperó y puso orden en su familia que había estado a punto de pelearse por la herencia del poder.

Fuera de Venezuela ha habido algunos otros casos significativos. En México, en el siglo XIX, Antonio López de Santa Anna cada vez que estaba en el poder (llegó 11 veces a la presidencia) y entraba en conflictos con sus aliados aseguraba estar enfermo, se retiraba a su hacienda de “Manga de Clavo”,  y desde su retiro planeaba golpes de Estado para cambiar el tenor de la situación política.

Juan Domingo Perón murió en 1974
Pocos presidentes han fallecido por muerte natural estando en el poder en América latina. En México el caso más renombrado es el de Benito Juárez fallecido en 1872, en Guatemala el del presidente vitalicio Rafael Carrera en 1865, y en Argentina el caso más recordado, aunque no el único, es el de Juan Domingo Perón. El final del líder peronista fue de estas tres muertes mencionadas la que más consecuencias acarreó.

Sin Perón, asumió el cargo su esposa, María Estela Martínez, que había sido vicepresidenta de su esposo. La situación del país (en crisis económica y polarizado y enfrentado) era ya muy difícil para un zorro de la política como Perón, mucho más para una mujer sin experiencia política, poco preparada y sin carisma. Todo lo cual desembocó en el golpe de 1976 que dio paso al Régimen Militar que duró hasta 1983.

Durante los gobiernos militares que barrieron la región en los años 60 y 70 hubo dos ejemplos de presidentes militares cuya enfermedad marcó el devenir del régimen. Fue el caso del peruano Velasco Alvarado quien fuera presidente entre 1968 y 1975. En 1973 a causa de un aneurisma aórtico abdominal le tuvieron que cortar una pierna.

A los graves problemas que padecía el régimen se unió el problema de salud presidencial todo lo cual facilitó que en 1975 fuera derrocado por sus propios compañeros de armas. Se dio inicio así a un proceso de transición y apertura política que desembocó en el regreso de la democracia en 1980.

Durante el largo régimen militar brasileño (1964-1985) uno de los presidente murió repentinamente. Fue Artur da Costa e Silva quien protagonizó un giro autoritario dentro del propio régimen cuando accedió a la presidencia en 1967.

Sin embargo en 1969 sufrió un derrame cerebral a causa del cual finalmente falleció.
Caso llamativo fue también el del brasileño Tancredo Neves. Nunca fue presidente pero encarnó en 1985 las ansias de democratización del país. 

Su tradición democrática como opositor al régimen le deba mucha legitimidad para comandar la transición tras ganar las elecciones indirectas de 1985. Pero triunfó demasiado tarde pues el cáncer que padecía le llevó a la tumba poco antes de asumir el cargo de presidente, que juró su aliado (un hombre de la dictadura que había roto con el régimen militar poco antes), José Sarney.

El último caso es el de Fidel Castro. Su estado de salud desde los 90 marcó el devenir del régimen y mucho más tras la crisis que padeció en 2006. En la actualidad sigue siendo un referente aunque es cierto que su poder y capacidad de maniobra están en decadencia frente a la figura de su hermano Raúl Castro quien comanda una nueva tanda de reformas que buscan la supervivencia del régimen.

En el caso de Fidel, como en el de Chávez, se ve claramente como los regímenes personalistas utilizan y a la vez esconden la enfermedad del líder, como recuerda Moisés Naím: “la salud del Presidente Chávez es un secreto de Estado.

Desde que la enfermedad fue anunciada por él mismo, lo que hemos tenido es un patrón recurrente, donde primero se anuncia la enfermedad; luego se señala la necesidad de hacer un tratamiento; después, el Presidente va a Cuba a realizarse un tratamiento desconocido para la opinión pública; tras eso, él regresa a Venezuela diciendo que está completamente curado; y a los pocos meses se repite el ciclo. Eso ya ha pasado cuatro veces. Y eso pasa así porque no hay ningún médico que haya dado un parte respecto a su salud. La opinión pública venezolana y mundial no tienen información precisa respecto a la naturaleza, diagnóstico y pronóstico de la enfermedad del Presidente Chávez”.


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