Richard Allen: padre fundador negro

La Esteliana/lastenia.accioninformativa@yahoo.es Por Richard Newman Richard Allen (1760-1831) siguió siendo una figura heroica para generaciones de afroestadounidenses. Fue un hombre de muchas iniciativas: primer escritor negro protegido por los derechos de autor, como primer obispo negro en Estados Unidos y el primer negro que publicó un elogió a un presidente estadounidense. Tal vez lo más notable, Allen fundó una de las instituciones más veneradas en la comunidad afroestadounidense: la Iglesia Metodista Episcopal (AME) Africana. "Hay un hombre que nuestra gente no debe olvidar nunca", proclamó el obispo de Filadelfia, A. M. Wyman, en febrero de 1865, refiriéndose a Allen, mucho tiempo después de que éste había fallecido. Generaciones de afroestadounidenses celebrarían a Allen como uno de sus primeros y más grandes líderes. Allen fue muy activo en la era de fundación de la historia de Estados Unidos, cuando hombres enormemente admirados como George Washington, John Adams y Thomas Jefferson - los primeros presidentes de Estados Unidos, frecuentemente aludidos como los padres fundadores de la nación - se destacaron en la política estadounidense y dieron forma a la cultura que perduraría los siglos futuros en el país. Allen fue parte de una generación de hombres y mujeres negros, a los que académicos recientes apodaron como "fundadores negros", quienes procuraron expandir la libertad en la república estadounidense. Entre estos líderes afroestadounidenses figuran Absalom Jones, James Forten, Phillis Wheatley, Peter Williams, Lemuel Haynes y Prince Hall. Los fundadores negros no sólo creyeron en levantar a la gente de color sino también en redimir también a la nación del azote de la esclavitud. Procuraron aplicar en la sociedad estadounidense los ideales de justicia racial. De manera que no es de subestimar su visión profética del futuro de Estados Unidos - un sistema de gobierno orgulloso de su diversidad - o sea el rostro público que la nación muestra hoy al mundo. De esclavitud a los boicots Nacido en esclavitud el 14 de febrero de 1760, Allen vivió durante el primer tercio de su vida como propiedad de otro hombre. Siendo adolescente, Allen estalló en lágrimas al pensar en su vida de cautiverio - y juró que un día se liberaría de la servidumbre. Después de asistir a reuniones de evangelistas metodistas, Allen se convirtió al cristianismo. La doctrina inicial de los metodistas fue una doctrina disidente dentro de la iglesia anglicana, y muy pronto se convirtieron en una de las denominaciones que crecieron más rápidamente, porque sus valores democráticos atrajeron a la gente marginada. Muchos metodistas estuvieron en contra de la esclavitud y la actitud de la iglesia atrajo oleadas de conversos negros. Consciente de la planteo abolicionista de la denominación, Allen, astutamente, invitó un día a un predicador metodista a la casa de su amo. "Te has pesado en la balanza, y se te halló en falta", le dijo el ministro en tono grave al amo de Allen, intimándolo a convenir inmediatamente a que Allen le comprara su libertad. Allen logró pagar pronto su deuda y en 1783 fue un hombre libre, el año en que Estados Unidos firmó un tratado de paz con Gran Bretaña poniendo fin a la Guerra Revolucionaria. Interior de la Iglesia Madre Bethel AME en Filadelfia Durante las décadas siguientes, Allen intentó crear un movimiento reformista que fuera capaz de destruir la desigualdad racial. En el proceso, asumió los papeles de dirigente religioso, publicista y organizador comunitario. Tenaz y resuelto, cualquier resistencia que encontraba le sirvió solamente para alimentar el sentido de misión de Allen. Por ejemplo, muy pronto después de mudarse a Filadelfia para ser pastor de los congregantes negros en la Iglesia Metodista San George, donde Allen organizó dentro de la casa del Señor una osada protesta contra la segregación. A pesar de que los feligreses negros contribuían regularmente a los cofres de la iglesia, ayudando a que la entidad floreciera, se les pedía que se acomodaran en áreas segregadas - en efecto, en una galería en el segundo piso, detrás en la iglesia, construida expresamente para mantener a los negros fuera de la vista. En lugar de capitular ante el trato desigual, Allen, furioso, organizó una protesta no violenta para mostrar el desacuerdo de los congregantes negros con la política. Durante un servicio dominguero posterior, Allen empujó a los congregantes afroestadounidenses hacia los bancos principales de la iglesia, para que oraran entre los blancos. Cuando el liderazgo de la iglesia, dominado por blancos, exigió que los feligreses negros retornaran a las secciones segregadas, Allen respondió marchando resueltamente con los parroquianos negros hacia afuera de la iglesia. "Y no volvimos a entrar nunca más", recordó orgullosamente. Estos congregantes valientes rompieron con el liderazgo blanco y establecieron la Iglesia Bethel, una de las primeras iglesias autónomas afroestadounidenses en Estados Unidos. Bethel eventualmente vino a ser parte de la denominación Metodista Episcopal (AME) Africana, formada en 1816, que hoy cuenta con más de dos millones de miembros en más de treinta países. El activismo de Allen les hizo ver a los líderes blancos que los afroestadounidenses no sólo desafiarían a la esclavitud sino que también al racismo. En la década de 1780, muchos ciudadanos blancos todavía se interrogaban si la emancipación conllevaba también la igualdad racial. Algunos estados del norte, como Pensilvania, promulgaron leyes de abolición gradual en su transición de estados esclavistas a estados libres. Pero en el norte los afroestadounidenses seguían encarando en forma rutinaria la discriminación, incluso en las escuelas y lugares de trabajo, aun cuando luego de la Guerra Civil la esclavitud fuera ilegal en muchos de los estados. Más hacia el sur, sin embargo, para muchos hasta la libertad gradual era demasiado radical. En Virginia, al comienzo del siglo diecinueve, Thomas Jefferson y James Madison apoyaron la colonización, el establecimiento de una patria separada (probablemente en África) para los afroestadounidenses, lo que evitaría la necesidad de una integración racial en Estados Unidos. Jefferson hasta creyó que los descendientes africanos habían fracasado en crear cualquier arte, cultura o literatura, capaz de hacer a esa raza merecedora de la ciudadanía estadounidense. Según muchos líderes blancos, tanto en el norte como en el sur del país, Estados Unidos era - y debía seguir siendo - una república blanca. Allen luchó contra esta idea en dos formas básicas. Primero, procuró crear instituciones dirigidas por negros (iglesias, escuelas, sociedades benéficas) que demostrarían que en efecto los afroestadounidenses estaban en condiciones de ser libres. La Sociedad Africana Libre (Free African Society), fundada en 1787, fue el primer grupo mutual de ayuda creado por negros libres en Filadelfia. Cerca de veinte años más tarde, Allen ayudó a fundar un seminario para el adiestramiento de pastores negros prometedores. La segunda respuesta de Allen a la injusticia racial fue cultivar voces negras en la esfera pública. En la década de 1790 se unió a los esfuerzos para entregar una petición al Congreso de los Estados Unidos para abolir la esclavitud. Publicó también una variedad de panfletos de protesta. Igual que los narradores esclavos y los futuros directores negros de periódicos, Allen supo que el activismo literario podía influir al público estadounidense para que adoptara la causa de la justicia racial. En 1794, Allen y Absalom Jones publicaron A Narrative of the Black People During the Late Awful Calamity (Una narrativa de la gente negra durante la reciente horrible calamidad), un ataque mordaz contra el racismo de los blancos, después de la catastrófica epidemia de fiebre amarilla en Filadelfia. La mortífera enfermedad afligió a la ciudad durante el otoño de 1793, y mató a más de 4.000 personas - casi una décima parte de la población total. La mayoría de los blancos que tenían los recursos para huir, lo hicieron, lo que cambió temporalmente la balanza racial de la ciudad a favor de los negros, la mayoría de ellos demasiado pobres para escapar de la enfermedad. Motivados por una sincera preocupación por sus vecinos, así como por su deseo de demostrar ser dignos del respeto de sus vecinos, muchos afroestadounidenses de Filadelfia ofrecieron sus servicios durante la crisis. Los afroamericanos llenaron el vacío creado por la huida de los blancos y atendieron a los enfermos, limpiaron sus casas, excavaron tumbas y enterraron los cadáveres - algunas veces a su propio costo y a veces con consecuencias nefastas, como contagiarse la enfermedad ellos mismos. Sin embargo, una vez pasada la crisis, la agria actitud racial persistió. A pesar de los valientes y generosos esfuerzos de los afroestadounidenses, algunos blancos menospreciaron sus contribuciones y acusaron a los trabajadores de socorro negros de aprovecharse de los blancos vulnerables y exigir el mismo salario que típicamente se pagaba a los trabajadores blancos. El panfleto de Jones y Allen publicitó la frustración y la injusticia que sintió la comunidad afroestadounidense en Filadelfia y denunció elocuentemente el racismo que floreció a consecuencia de la epidemia. Además, Allen usó el panfleto como una oportunidad de cabildear ante los legisladores para que se sumaran a la causa abolicionista. "Si amas a tus hijos, si amas a tu país, si amas al Dios del amor", Allen escribió, "Libera tus manos de los esclavos, no cargues a tus hijos ni a tu país con ellos". Algunos años más tarde, Allen volvió a forzar su presencia en la conciencia estadounidense cuando elogió al presidente George Washington. Allen ingeniosamente se valió de una marcha fúnebre federal en Filadelfia, en diciembre de 1799, para afirmar que el primer presidente de la nación - podía decirse el hombre más reverenciado en Estados Unidos - era abolicionista. Ningún otro encargado de los elogios de ese tiempo comentó acerca del mensaje contra la esclavitud contenido en el testamento de Washington (en el que ordena la emancipación de sus esclavos después del fallecimiento de su esposa, Martha). Pero Allen aprovechó la oportunidad para aclamar el acto póstumo del presidente como una gran ayuda a la causa abolicionista. Andrew Brown, director del Philadelphia Gazette, publicó el discurso de Allen y afirmó que el elocuente elogio del prelado demostró que los negros estaban, en efecto, plenamente capacitados para ser ciudadanos. Los periódicos de Nueva York y de Baltimore republicaron el elogio, lo que dio a Allen la gran esperanza de que los estadounidenses pronto terminarían con la esclavitud y la desigualdad racial. Pero cuando la esclavitud continuó creciendo y propagándose en los comienzos de 1800, Allen empezó a expresar dudas acerca del futuro de los negros en Estados Unidos. Durante los primeros quince años de su vida, Allen acarició las ideas de la colonización cuyo objetivo era asentar a los afroestadounidenses en África Occidental, Haití y Canadá británico. Pero Allen se negó a abandonar su lucha por la igualdad racial en suelo estadounidense. En 1827 apeló a los afroestadounidenses a intensificar la lucha por la justicia y proclamar a Estados Unidos como una patria negra. "Esta tierra, que hemos irrigado con nuestras lágrimas y nuestra sangre", escribió, "es ahora nuestra madre patria". Su autobiografía, dictada a su hijo y publicada en forma póstuma en 1833, detalla la prolongada lucha de Allen por la justicia. Tal vez Frederick Douglass, contemporáneo de Allen, sea quién entendiera mejor el significado de Allen en la historia de Estados Unidos, cuando señaló que Allen había imaginado una nueva Declaración de Independencia, una en la que el famoso renglón que dice, "todos los hombres son creados iguales" también se aplicaba a todos los habitantes de la nación, cualquiera que fuera su raza. Richard S. Newman es catedrático de historia en el Instituto de Tecnología de Rochester. Se especializa en el estudio del movimiento abolicionista y de los reformadores afroestadounidenses. Es el autor de Freedom's Prophet: Bishop Richard Allen, the AME Church and the Black Founding Fathers, y The Transformation of American Abolitionism: Fighting Slavery in the Early Republic. Además de sus trabajos académicos, el profesor Newman es miembro de juntas consultoras de instituciones dedicadas a la divulgación educativa, entre ellas el Centro Gilder Lehrman de la Universidad Yale.

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